Dinero & amor: cómo evitar que las finanzas arruinen la pareja
By: Paola Evies
Categories:
Dinero & amor: cómo evitar que las finanzas arruinen la pareja
Salud, dinero y amor suele pedirse a la hora de los deseos. Ahora, desde el momento que todos reconocen que como dice Andrés Calamaro en su canción «una casa no se puede comprar con amor» ya está establecido que el dinero tiene un lugar importante dentro de cualquier relación. Si bien puede servir para que la pareja consiga logros y concrete proyectos, también puede ser usado por uno de los integrantes para marcar diferencias. Entonces, a partir de esto, el dinero es un arma de doble filo, puede servir para construir o destruir dentro del vínculo. Depende de cómo se use y qué sentido se le dé, además de saber cuánto pesa la cuestión económica dentro de la relación.»Partamos de la base de que el dinero es fálico, pero fálico como ordenador simbólico, o sea que es un objeto de deseo en la sociedad, algo que la mayoría de la gente quiere tener, algunos para ostentar y otros para disfrutar pero por algún motivo la mayoría lo desea. A partir de esto, también ocupa un lugar en la relación y puede ser usado como una herramienta de poder», consideró el licenciado en Psicología Sebastián Girona (MN 44140), para quien «si bien a veces el que gana más puede usar eso como un objeto de poder y ubicarse en una situación jerárquica y asimétrica, esto no sólo tiene que ver con el dinero, también se puede presentar con otras cuestiones de la pareja».El dinero no debería ser sinónimo de poder ni de conflicto entre dos personas que se aman
El dinero, en ese caso es utilizado como una herramienta más para marcar la asimetría vertical, en donde uno se ubica por sobre el otro, en una situación parecida a la de un jefe y un empleado. Aunque sea la más habitual, no es la única forma de «usar patológicamente» al dinero dentro de una relación. «Se puede presentar también el escenario en donde por ejemplo la mujer que gana menos o no trabaja puede gastar el dinero del hombre como ‘castigo y venganza’ por otros temas de la pareja. Esto es muy habitual en relaciones que presentan un desenganche emocional, es decir que a uno ya no le interesa lo que le pasa al otro, ni lo bueno ni lo malo», destacó Girona.
Los hombres y las mujeres presentan una relación diferente con el dinero dentro de una pareja. «Es muy habitual que se presente la dinámica retención – expulsión. O sea que el hombre tienda a atesorar el dinero mostrando una preocupación y una actitud retentiva por el mismo y la mujer se comporte de manera diferente, con una tendencia más hacia el disfrute de la plata y hacía el consumo», ejemplificó el especialista, quien aclaró que «por supuesto que no todos los hombres y las mujeres lo viven de la misma manera pero esta suele ser una fórmula habitual».
El dinero no debería ser sinónimo de poder ni de conflicto entre dos personas que se aman. Tras asegurar que «en el contexto de una pareja sana que proyecta y avanza en la vida, el dinero debería ser una herramienta más al servicio de los logros del vínculo», Girona remarcó que «los integrantes de una relación deben buscar la sinergia que surge de la unión de las fuerzas de los dos, incluida la económica».
Compartir la vida amorosa y laboral puede sumar dificultades a las que ya tiene cualquier pareja
Además, la vida y el dinero es muy cambiante, el que hoy gana más, mañana puede ser el que gana menos y viceversa. Desde ese punto de vista el dinero debería ser algo al servicio de la pareja y no la pareja al servicio del dinero.
«Una variante en todo esto, pueden ser las parejas que trabajan juntos o sea que comparten la forma de ganar dinero -destacó Girona-. Tanto sea en una oficina o en un comercio, existen muchas relaciones que comparten la vida amorosa y laboral». Ahora, esto puede sumar dificultades a las que ya tiene cualquier pareja ya que además de poder congeniar en cuestiones del amor, como si eso fuera fácil, también tendrán que acordar cuestiones laborales. A veces esto puede fluir fácilmente y otras puede ser otro motivo de conflicto.
Cuando los cambios culturales marcan el ritmo de la relación
A lo largo de las últimas décadas la mujer logró posicionarse en el mundo laboral muy exitosamente. Esto necesariamente redistribuyó los roles, tanto de la casa como del trabajo y a partir de esto, puede ser habitual que una mujer hoy en día gane más que el hombre o incluso que la mujer tenga trabajo y el hombre no. Lógicamente esto tuvo un impacto positivo en la autoestima de las mujeres y también tuvo consecuencias para el hombre.
«Que la mujer gane más que él puede representar un golpe a su narcismo y a la figura clásica del macho proveedor y fálico con la que, seguramente, ese hombre creció y aunque hoy en día esta situación está más aceptada por la sociedad en general, no quita que el hombre aún viva esto con angustia», reflexionó el especialista, para quien «esto tiene que ver con que una pareja siempre implica costos, o sea, estar en pareja siempre tiene un costo, entendiendo por costo las responsabilidades que tenemos dentro de esa pareja».
Como contrapartida de esto, están los derechos igualados que los miembros de una pareja tienen por estar en la misma situación. «Todo esto queda sellado en el contrato que ese vínculo firme al comienzo de la relación. Ahora bien, una cosa es que el costo sean las responsabilidades y su correlato en lo emocional y otra cuestión muy diferente es que el costo sea económico y uno de los dos se lo haga pagar al otro a través del dinero», aseguró.
Lo cierto es que aunque uno de los dos gane más dinero que el otro, una pareja sana comparte los ingresos y las decisiones económicas más allá de cuanto gane cada uno. Entonces por más que él gane mil y ella cero o viceversa, esos mil son de los dos, «siempre pensando en una pareja sana como el desafío que tiene cualquier individuo a dejar de lado su narcisimo en pos del vínculo». «Esto no quiere decir que cada uno pierda su identidad ni sus proyectos, ni mucho menos pero si significa que al estar en pareja tenemos el desafío de, no solo pensar en lo que yo quiero y necesito sino que también pensar en lo que quiere y necesita el otro», insistió el especialista.